sábado, 4 de julio de 2020

Cuando las tumbas hablan!


Dióscoro Méndez God fue un próspero farmaceuta y comerciante que inició su negocio en el Puerto de Encontrados,  luego se estableció por varios años entre Colón y San Cristóbal y finalmente se radicó en Cúcuta, en estos lugares mantuvo por muchos años sus Boticas Vargas y en Cúcuta constituyó “La Casa del Niño” y luego la Botica Táchira, donde no solo compraba y vendía productos farmacéuticos sino que en sus laboratorios “Diosmengod” fabricaba Ponche crema, vermífugos, tónicos y un popular jarabe vitamínico, su marca registrada “Diosmengod” fue muy sonada, tanto, que bajo ese nombre se editaba una especie de boletín informativo e incluso el maestro Ezequiel Vivas le dedicó un joropo.

En fin, Don Dióscoro era un activo factor de comercio, quien además tenía una especie de fascinación por los nombres raros. En primeras nupcias se había casado con Belén Ruiz, quien suponemos a su sugerencia cambia su apellido a Russ, de esa unión hemos encontrado a su Hijo Catulle Denogales Méndez Russ nacido en Encontrados el 20 de noviembre de 1926 (médico UCV se radicó en Brasil),  José Dióscoro Méndez Russ, nacido el  8 de septiembre de 1928. Luego a Sol del Lago quien nacería el 23 de abril de 1930 y a Nungesser de Coli quien nació el 08 de septiembre de 1928.

La familia Méndez vivía una vida acomodada gracias a la creciente fama y buenos negocios de su padre, sin embargo la tragedia tocó su puerta de manera insistente, la pequeña Sol del Lago moría el 25 de enero de 1931 con tan solo  9 meses de edad en la ciudad de Colón, luego Nungesser de Coli corre la misma suerte. 

Sobre este hecho el Prof. Samir Sánchez relata, en una lluviosa mañana del 9 de octubre de 1934, Nungesser de seis años, se dirigía a la escuela y al pasar junto a una pared de tapia pisada ésta colapsó por el exceso de agua que acumuló, desplomándose sobre el niño. Como si esto no fuera poco, cinco días después fallecería la abuela paterna. Y hemos inferido que el corazón de la señora Belén Russ no soportó las pérdidas y al poco tiempo también perece. De esta manera concluye este ciclo de desgracias en la vida del Sr. Méndez God.

En recuerdo de sus deudos Don Diascóro erige en 1935 el Panteón de la Familia Méndez God Russ, El Prof. Samir Sánchez destaca que este es el primer hito monumental patrimonial del Cementerio Municipal de San Cristóbal, y parte imprescindible de su identidad arquitectónica.

El panteón está estructurado en forma de antorcha memorativa con mascarón de proa, con la alegoría de una guerrera medieval nórdica. Fue realizado en un vanguardista Art déco y sin ninguna referencia de carácter religioso. 

Las lápidas identifican en relieve los nombres de los niños Nungesser de Coli y Sol del Lago Méndez God Russ. (curiosamente coloca ambos apellidos paternos y el materno modificado), en él se aprecia una ribera con palmeras y un sol radiante, identifica a Sol del Lago y Un ala con forma de símbolo de aviación que identifica a Nungesser de Coli. 

Resulta interesante acotar que Nungesser y Coli no son nombres propios tradicionales. Eran los apellidos de dos aviadores franceses: Charles Eugène Jules Marie Nungesser y François Coli, quienes el 8 de mayo de 1927 intentaron cruzar el océano Atlántico por primera vez, volando en el aeroplano llamado L'Oiseau Blanc/El pájaro blanco, pero desaparecieron en mitad de la travesía y nunca más se tuvo noticias de ellos. Por su parte las matriarcas son representadas en la alegoría de la guerrera medieval nórdica como estructura unificadora.

Don Dióscoro, con una vida que nos recuerda al pasaje de Job, decide instalarse definitivamente en Cúcuta, casa en segundas nupcias con Ofelia Contreras, de esta nueva unión nacería: Ofelia, Colombia, María Finlandia, Churchill Roosevelt, Washington Américo, Lincoln Pasteur, Bolivia Edelmira, Grecia Lenin, Bolivia del Cairo y África Rommel.

En Cúcuta la nueva familia de don Dióscoro se distingue, y no solo por sus rimbombantes nombres, la mayoría de sus hijos logran méritos académicos, resaltando la Dra. María Finlandia, que se gradúa de Química Farmacéutica y Abogada, llegaría a ser Rectora de la Universidad Francisco de Paula Santander, falleció en el año 2017.

Todos sabemos que algunas tumbas quieren contar historias, ahora cuando visite el Cementerio Municipal y observe el lugar privilegiado del Panteón de los “Méndez God Russ” sabrá el significado de aquella magnífica obra llena de simbolismo.

Investigación Bernardo Zinguer para Retazos Históricos el Táchira.
Con información de:
- Sánchez, Samir. (2014) Cementerios de San Cristóbal, San Juan de Colón y Lobatera, arte y arquitectura en monumentos del olvido. / Todas las imágenes son de este autor.
- Pedroza, Álvaro. y Bermúdez, Gastón. (S/F) Semblanza De La Doctora Finlandia Méndez.
- Hernández, Luis (2019) Diccionario de la Música Tachirense.
- Ancestry.com

miércoles, 8 de abril de 2020

Los Gochos, los judíos andinos!



Develando las huellas hebraicas en El Táchira

El mismo vocablo gocho con que orgullosamente se identifican actualmente los tachirenses tiene raíces hebreas, todos conocen el apelativo de “marranos” que se les dio a los judíos conversos.
Esta palabra procede del árabe muḥarrám y su significado original era cosa prohibida, lo anterior con relación a la proscripción del consumo de cerdo en la religión musulmana y judía.


Siglo XIX, Criollo portando una ruana, prenda típica de los andes colombo-venezolanos.
Wiener, Charles, 1851-1913 Crevaux, Jules, 1847-1882 Charnay, Désiré, 1828-1915 André, Edouard - https://www.flickr.com/photos

A partir de la expulsión, tanto de judíos como de musulmanes de España, se empezó a utilizar el vocablo marrano como un insulto hacia los judeoconversos y moriscos o moros para los musulmanes; entre los sinónimos para referirse al cerdo en algunas regiones de la península ibérica se encuentra puerco, cochino, lechón, marrano y gocho, sólo hace falta hacer clic en el mouse sobre la palabra gocho y buscar sus sinónimos para comprobarlo.

Para el Dr. Samir Sánchez profesor de la Universidad Católica del Táchira, la palabra Gocho en el caso venezolano y andino es polisémica, sin embargo afirma que desde el campo de la etimología histórica, es un adjetivo coloquial que deriva a su vez de una voz onomatopéyica peninsular –documentada desde la Edad Media–de quienes criaban cerdos. En Castilla, llamaban a sus piaras, para alimentarlos, con la voz “gocho-gocho” según el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, Madrid.

Por su parte la conocida escritora tachirense Leonor Peña autora de las próximas referencias, se propuso rastrear el significado de la palabra Gocho y encontró entre otras acepciones que “…en las provincias de la meseta castellana en el año cuatrocientos es sinónimo para decir judío, y que mil años después señaló a los Judíos conversos, expulsados de España […] porque seguían cumpliendo a escondidas con su ceremonias y costumbres prohibidas por la liturgia católica […] 

Profundizando en el asunto la autora decide acudir “al testimonio docto de quien nos alecciona con su sabiduría sobre el Táchira, recurrí al Sumo Pontífice de nuestra historia, Ramón J. Velásquez, para indagar bajo qué significado conoce él la palabra gocho y entonces me dio referencias exactas, de los primeros años del siglo veinte cuando se decía de algunos tachirenses muy guardados y ahorrativos, en reclamo, por decir no sea tacaño: no sea judío, no sea gocho”.
Fotografía: algunos gochos que acompañaron al General Cipriano Castro, después de la batalla de Tocuyito en 1899. Imagen tomada de Fototeca del Táchira. Colección Pedro Fressel

Seguidamente refiere “Indudablemente que la venganza de los caraqueños que padecieron el hierro de los dictadores tachirenses, hizo que nos señalaran despectivamente, tomando la palabra que la soldadesca de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez regó por los barrios y parroquias de Caracas, como indicativo de judío o tacaño, y así mismo les sirvió, en otro juego de palabras, llamarnos con el derivado despectivo de chácharos en alusión a los valerosos Chácaros, palabra que quiere decir, como explicó en su glosario Luis Felipe Ramón y Rivera, cochino de monte.

Por sobre pasiones y razones, gocho es sin duda, sinónimo de judío, de tacaño, de prohibido y para gusto de la venganza centrana contra el Táchira, algunas veces de marrano. 

Hay otra acepción en menor presencia, relacionada con las orejas pegadas, producto del uso de sombreros para el frío, que algunos dicen son indicativo de cerdo y que prefiero indudablemente a las de burro; así como a un gorro o capucha para el frío, que en otros Andes, no en los nuestros, es usado con orejeras.


Hasta 1988 fue considerado ofensivo, “dirigido específicamente a los tachirenses por la vindicta caraqueña” no obstante; la campaña publicitaria del entonces ex Presidente Carlos Andrés Pérez lo convirtió en gentilicio, cuando al querer reelegirse promueve el slogan: “El gocho pal 88, CAP asumió como bandera, el ser de esta región […] Entonces dejamos de ser los gochos, despectivamente tildados en vínculo a una policía matonil o a una guardia sagrada dictatorial, [o al marrano] para ser los paisanos del líder…”

Por su parte el historiador Temístocles Salazar apunta, “los tachirenses asimilaron con tal intensidad esa cultura judía que hasta el propio término “GOCHO” tiene reminiscencia judaica”.
Como vemos La palabra gocho sufrió varios cambios semánticos, de su significado inicial en referencia al animal, pasó luego a denominar peyorativamente al judío forzado a convertirse al catolicismo por la inquisición y que pasó al nuevo mundo hasta nuestros páramos. 

Con la Revolución Liberal Restauradora los andinos ponen el Táchira en el mapa venezolano, ordenan, unen y pacifican al país con mano de hierro por cinco décadas.

Los afrancesados caraqueños de la época se aterran cuando ven entrar a los gochos. Los califican como unos personajes barbudos, de maneras toscas y que escupen sangre (creían que el escupitajo de chimó era sangre). A mi juicio, es aquí cuando el vocablo se convierte en gentilicio, pero seguirá teniendo una connotación despectiva. 

Sin embargo la expresión Gocho fue evolucionando y desde hace más de tres décadas el tachirense se reconcilió con “el apodo”. De allí parte su nuevo sentido significante. En la actualidad, gocho es nuestra manera de reconocernos como andinos tachirense y de las cualidades por las cuales somos admirados en el país, y con la diáspora, en el mundo. 

El gocho es una persona que lo da todo por su familia, trabajador, ahorrativo, organizado, apegado a sus orígenes, inteligente y con don de mando…

¿Yo estoy orgulloso de ser un gocho, y Ud.?

Por Bernardo Zinguer
Historiador de la Comunidad Judía del Táchira

lunes, 6 de abril de 2020

La Parihuela! El transporte de los enfermos y fallecidos en el páramo andino.

La Parihuela!
El transporte de los enfermos y fallecidos en el páramo andino.

Nuestros campesinos no la tenían fácil cuando “los tumbaba” una dolencia, primero se recurría a los remedios caseros: bebedizos de hierbas, chimó, tabaco o cualquier empaste que aconsejara el curioso. Además de los ofrecimientos a las benditas ánimas del purgatorio a José Gregorio Hernández o cualquier otro santo al que se le profesara devoción. Pero si esto no resultaba había que “sacar” al enfermo para que “lo viera” el doctor.

Si el afectado estaba en una situación que le resultara imposible caminar o montar en la “bestia”, o simplemente ya le había entregado el alma al Señor, era transportado en la Parihuela o Angarilla como también se le conocía, y esto no es más que una camilla para trasladar a pulso los enfermos o cadáveres.

La parihuela consistía en unas tablas a modo de cama a las que les sobreponían un toldo cubriendo al enfermo o al difunto.

Los vecinos y parientes de a cuatro se turnaban para cargar al aquejado, dándose fuerza con copiosos tragos de miche claro que les ayudaba a soportar el peso entre los escarpados caminos que se abrían paso a través de cerros y montañas.

Cuando por fin llegaban al pueblo, al vivo se le llevaba a la medicatura a conseguir el remedio que la ciencia prodiga, y al muerto para el carpintero que le dotara de un cajón y darle luego de los oficios religiosos la sepultura.

En la imagen vemos a un grupo de parameros que están llegando desde su aldea a la medicatura de Lobatera llevando un enfermo.

El Dr. Clemente Acosta Sierra*, informa que cuando los vecinos llegaban con su carga a la medicatura la mayoría estaban pintones, es decir, borrachos!

*Médico rural de Lobatera a partir del año 1951, hizo un detallado estudio "Geográfico y Social del Distrito Lobatera" en el que nos basamos para esta nota.

Bernardo Zinguer
Para Retazos Históricos del Táchira

lunes, 23 de marzo de 2020

Los Paseos Campestres de San Cristóbal en la década de los años 30

Casa de Campo propiedad del Sr. Pedro M. Ramírez

Fuente: Album del Táchira (1930) Humberto Díaz Brante
Una de las costumbres más simpáticas y agradables de las gentes de San Cristóbal de antaño, era la de los paseos al campo los días domingos y en la época de pascuas navideñas y pascuas floridas.
Estos paseos eran auténticas fiestas o parrandas de las que disfrutaban personas sanas y alegres, amantes de la buena compañía, el baile, la música, las mujeres y la buena comida criolla.
Muchos sitios campestres se escogían para dichos paseos, tales como La Potrera en la casa de don Hernán Becerra, grande, espaciosa, familiar y fresca; la casa de don Víctor Colmenares más arriba de aquella, metida entre cafetales y guamos con patios espaciosos para el baile y una planta alta con piso de madera para bailar cuando por desgracia llovía.

En Pirineos por la belleza del paisaje, la cercanía a la ciudad, el ambiente fresco y sabroso se efectuaba frecuentemente paseos de esta clase y era la hacienda de los hermanos Illarramendy la preferida, tanto por la amabilidad de los dueños como por la comodidad de la hacienda, desde las nueve de la mañana empezaban a llegar los convidados y muy temprano los músicos afinaban sus instrumentos: don Alejandro Jácome con su vieja flauta; don Rosario Moros su anciano bajo; don Enrique Quintero su Tiple y así todos, hasta don Héctor Illaramendy pulsaba con maestría un sonoro bandolín chinacotero. 
 
Casa de campo del Dr. Nicasio Rivera

Fuente: Album del Táchira (1930) Humberto Díaz Brante
También iban por aquellos tiempos los maestros Rivera Useche, Santos Zambrano, el viejo Cedeño, Ramoncito Niño, don Francisco Romero, don Rafael Salazar, don Juancho Galaviz, Ignacio Delgado, el viejo Pompilio Ruiz que tocaba entre otros instrumentos el violín, el bandolín, la guitarra, el cuatro, el tiple, y el contrabajo, además, por su fino oído era el encargado de verificar el afinamiento de la orquesta.

Otros artistas aficionados y profesionales que recordamos son el Dr. Luis Eduardo Montilla, Roberto López, Ezequiel Vivas, el catire Abel, Soler, Juan Duque, los Camargo, Platerito, el viejo Pino, Escipión Vargas y otros cuantos más que gustaban de Pirineos para disfrutas de un día campestre, a la sombra de los árboles y en compañía de amigos sinceros y cordiales.
Otros lugares buenos para paseos era la zona de Pueblo Nuevo y en las Pilas en casa de los Ochoa, en la casa de los Cuberos en El Pueblito; en la finca de don Carmelo Niño en Los Limoncitos o donde María Cegarra se pasaban ratos divinos en compañía de muchachas lindas y con música alegre, buen brandy y excelente comida campesina.
Todos procuraban llegar temprano para empezar el baile pronto, el cual casi siempre, iba a terminar en Los Kioskos del buen amigo Miguel Ángel Granados, en donde se seguía bailando con la misma orquesta o con los discos de moda.
 
Casa de campo del Sr. Eugenio M. López

Fuente: Album del Táchira (1930) Humberto Díaz Brante
Por la vieja carretera central, más arriba de Los Kioskos y a orillas de la quebrada La Blanca, estaba la finca denominada “Los Teques” de don Manuel Sánchez. Casa situada frente a la carretera con amplios corredores y enormes salas, patios enladrillados y árboles de agradable sombra. Allí se efectuaban fiestas campestres de bastante importancia y concurrían gentes de la sociedad y de la clase media, de carácter festivo y alegre. 

Los gastos se hacían “a escote”, es decir, los hombres pagaban una cuota previamente establecida para la compra de los licores, las gallinas y demás aditamentos del sancocho así como el pago de la música, los botiquineros y el transporte de las familias. Pero casi siempre ocurría que a eso de la una de la tarde, cuando la cosa estaba en plena sazón de alegría y esparcimiento, los botiquineros avisaban que la cerveza o el brandy (casi nunca se consumía whisky), el ponche crema de las muchachas y el vino dulce de las viejas se estaba acabando. Inmediatamente los organizadores del paseo hacían una colecta extraordinaria para salir “en carrera” a buscar nuevos pertrechos, y sí este se terminaba se volvía a pasar el sombrero para una o varias contribuciones más. Hubo ocasiones en que los enviados a buscar los últimos licores de la tarde no volvían sino que se quedaban bebiendo lejos de la fiesta.
 
Entrada de la Casa de campo "San Isidoro" del Sr. Cor. Francisco Cárdenas

Fuente: Album del Táchira (1930) Humberto Díaz Brante
Al frente de “los Teques” vivía un señor de apellido Borrero, cuya casa también se prestaba para hacer muy divertidas fiestas que resultaban económicas porque Gustavo Acevedo, que era casi siempre era el organizador, no compraba sino anís Garlín que luego ligaba con jugo de piñas, muy abundantes en la finca del señor Borrero, y a los músicos no había que pagarles porque eran invitados y se turnaban en la orquesta para bailar unos y tocar los otros. 

Pero al señor Borrero no se le ponía dar mucho anís, pues de repente se ponía celoso cuando veía a alguien que bailaba mucho con alguna de sus simpáticas hijas y entonces formaba la tángana y nos corría a todos los concurrentes, teníamos que cargar con música, parejas, licores y sancocho para la casa de don Manuel Sánchez que siempre nos acogía con cariñosa hospitalidad.
Hubo un tiempo en que se pusieron de moda los paseos campestres a Machirí, en el camino que va a Táriba. Era en la célebre casa de don Chinco Becerra, gran anfitrión como su señora esposa, pero al morir el viejo se acabó la cosa, hasta que el buen amigo Pabón compró la finca y puso de moda nuevamente esos sabrosos e inolvidables paseos a Machirí, que iban a terminar a la vecina ciudad de Táriba, en el Club Sucre o en El Torbes.
 
La Potrera, campo "Santa Inés" propiedad del señor Hernán Becerra

Fuente: Album del Táchira (1930) Humberto Díaz Brante
Los paseos hacia La Mesa, Tononó, Pericos, Zorca, La Popa o el Rodadero, eran de pronósticos, pues el día de la fiesta amanecía claro con brillante sol y sin amagos de lluvia, pero cuando ya se aproximaba la hora del regreso, justamente se desencadenaba un copioso aguacero que muchas veces hacia que las bailarinas amanecieran hasta el lunes en el campo. 

Hacia el sur: el Río Doradas, Chururú, Río Frío, El Corozo, también se hacían paseos y tenían la doble atracción de un baño en los ríos claros, hondos y llenos de rayas y de buenos peces, el paso del río en canoa, las zambullidas en los pozos, la pesca de la botella de brandy en la mitad del río, todo esto era motivo de satisfacciones para los paseantes.
Todo esto ha ido pasando de moda poco a poco…

Escrito en 1951 por Anselmo Amado, Así era la vida en San Cristóbal, BAT N° 1 (1960)
Imágenes: Álbum del Táchira de Díaz Brantes (1930)
Investigación de Bernardo Zinguer para Retazos Históricos del Táchira

viernes, 20 de marzo de 2020

La Gripe Española!


La pandemia empezó en 1918 y amainó en 1920, aunque de origen asiático, luego se propagó a USA y España, este último país si le dio publicidad en prensa, por lo que los otros países la denominaron la peste o gripe española.


Se dice que cobró la vida de entre 2 a 3 por ciento de la población mundial.

El muerto más famoso en Venezuela fue Ali Gómez, hijo del “Benemérito” Juan Vicente Gómez
En este aviso del Diario Horizontes de San Cristóbal del 11 de enero de 1919 se advierte del "Denuncio Obligatorio de personas con enfermedades infecciosas" 

Se debia denunciar a las personas que tuviesen: Cólera, fiebre amarilla, viruela, peste bubónica, lepra, disentería, fiebre tifoidea, gripe, difteria, tifus, escarlatina…

Las personas obligadas a denunciar son: Los médicos, farmaceutas, parteros, comadronas, dentistas, directores de colegio, maestros de escuela, sacerdotes… y cualquier otra persona mayor de edad.
Investigación y digitalización de Bernardo Zinguer para #RetazosHistóricosdelTáchira

Luz Eléctrica en San Cristóbal


Maquinaria de la Planta antigua de San Cristóbal con capacidad de 150 H.P.
Según el Dr. J.J Villamizar Molina la luz eléctrica llegó a san Cristóbal el 27 de abril de 1897, esto se logró gracias a la Compañía Anónima “Energía y Luz Eléctrica de San Cristóbal” fundada en 1896 por Luis Manuel Méndez, adquirida en 1906 por la firma Angarita & Co. Y que luego en 1917 pasaría a ser Compañía Anónima.


Comenzó con una capacidad de 25 Kw, para 1930 su capacidad había aumentado a 150 kw  que aún resultaban insuficientes, por lo que se acometieron trabajos para la instalación de una nueva planta hidroeléctrica en el sitio llamado “El encantado”  a 15 km de San Cristóbal con lo que aumentó su capacidad a 650 Kw.


Canal de la Planta Eléctrica "El Encantado"
La nueva planta hidroeléctrica estuvo dotada de los últimos adelantos de la época, la maquinaria fue suministrada por Brown, Boveri & co. De Baden Suiza, y J.M Voith, de Heidenheim, Alemania. Constaba de dos unidades de 400 y 200 Kw cada una, turbina, generador y excitatriz conectada a un solo eje  con reguladores a presión de aceite que hacían el reglaje automático de cada unidad. 


La corriente producida por los generadores eléctricos era trifásica de 60 ciclos y 500 voltios, la cual era elevada a 11000 mil voltios para transmitirla a San Cristóbal hasta el sitio de la antigua planta, donde se hallaba una estación transformadora para rebajar la tensión a 2300 voltios que era la tensión primaria de la planta de la ciudad.


El reglaje de los alternadores era hechos por medio de reguladores automáticos de tensión a acción rápida que mantenía la tensión constante incluso en los extremos de la línea de transporte. La distribución de la energía eléctrica en San Cristóbal se hacía por medio de tres oficinas de transformación de 100 Kw cada una, las cuales bajaban la tensión de 2300 a 220 para alumbrado y 380 para motores, los 300 Kw restantes atendieron pueblos cercanos.


Represa sobre el río "Quinimarí" en donde se encontraba la planta eléctrica
"El Encantado"


El canal que abastecía de agua las turbinas abarcó una extensión de 1600 metros de longitud y su capacidad era de 4000 litros por segundo, con registros desarenadores cada 400 metros. Las obras de tomas de agua consistieron en: un dique de 50 metros de cobertura, un canal despedrador,  un tanque desarenador y tres compuertas de hierro que regulaban la entrada de agua al canal por medio de motores eléctricos accionados desde la central. Esta obra fue por mucho tiempo la más de alta calidad en la región sur occidental del país.  


Esta compañía estaba administrada por los señores Manuel Angarita como presidente, Héctor Soulés como vicepresidente, José Gregorio Martínez, Luis Fontana y Ernesto Isea como vocales.

Posteriormente se creó en 1924 por Decreto del gobierno de Eustoquio Gómez la Planta Hidroeléctrica Torbes, la cual fue adelantada en el gobierno regional del general Juan Alberto Ramírez y fue finalmente concluida por el presidente del estado Táchira Pedro María Cárdenas.

Fuente texto: J.J Villamizar Molina (2011) Ciudad de San Cristóbal, N°193 BAT 


Imágenes: El Heraldo Americano (1930)

Digitalización e investigación de Bernardo Zinguer para #RetazosHistóricosdelTáchira

Cuando las tumbas hablan!

Dióscoro Méndez God fue un próspero farmaceuta y comerciante que inició su negocio en el Puerto de Encontrados,   luego se estableció ...